Saturday, April 10, 2010

La importancia de un centro de alumnos

“Para lo único que sirven es para hacer fiestas o interrumpir las clases”, eso me lo dijo alguna vez una amiga que estudiaba en una universidad privada cuando le conté que la Fech había resuelto irse a paro.

Las paradojas de la vida. Ayer me escribió un correo rectificando sus palabras “qué terrible no tener un centro de alumnos cuando pasan esas cosas”, me dice. Su hermana estudia en la Uniacc y están preocupados por la imagen de la institución, luego del escándalo de las Becas Valech.

Como el terremoto reivindicó el papel de los medios de comunicación informativos y las organizaciones sociales más localizadas, cuando ocurren crisis en organismos de educación se hace imprescindible la voz de los alumnos organizados.

Los Centros de Alumnos y las Federaciones estudiantiles son un ejercicio básico de democracia. Es el primer acercamiento a un sistema de poder en el que cada miembro elige a sus dirigentes y participa en las decisiones que le son relevantes. Si bien se discute sobre dónde se va de paseo de fin de año o cómo organizar las fiestas de aniversario, también hay espacio para temas importantes. Sólo recordemos que fueron los pingüinos organizados quienes pusieron en alerta al país de la grave crisis de calidad de educación.

Varias – no todas - instituciones de educación privada no permiten a sus alumnos organizarse. Los jóvenes son simples clientes. Cuando firman el contrato que los liga con la Universidad, Instituto Profesional o Centro de Formación Técnica, se comprometen a no promover Centros de Alumnos o Federaciones.  Para suplir esto crean una “oficina de asuntos estudiantiles”, que se encarga de las “necesidades” de sus clientes. Justamente, la fiesta de fin de año, el paseo, las obras sociales, pero silenciando la voz real del alumnado.

De esta forma mantienen el control total, se evitan paros y ruidos innecesarios y  a la vez dejan asuntos que deben comprometerlos a todos reducidos al “caso a caso”, por ejemplo, un aumento considerable en los aranceles o la acreditación de carreras que aún siguen pendientes. A la vez, el poder total es la semilla de los abusos y la corrupción.

Para eso sirven los Centros de Alumnos y las Federaciones. Son la contraparte, velan por sus derechos básicos, por sus programas de estudio, se preocupan de fiscalizar a la autoridad, todo con el fin de velar por el bien de la institución y de ellos mismos. Así, los estudiantes no son reducidos a simples entes recibidores de datos, todo lo contrario, se transforman en lo que deben ser, el centro de una comunidad educativa.

Muy diferente hubiese sido la crisis generada en la Uniacc con una federación de estudiantes. Ellos ahora comienzan a organizarse y exigir derechos. Ojalá que esto genere una ola que llegue a los alumnos de otras casas de estudios para que una situación similar no les reviente en la cara.

Saturday, March 06, 2010

3:34

A las 3:34 del sábado 6 de marzo escribo esto. Ha pasado oficialmente una semana del terremoto y no puedo dejar de pensar en ese momento fatídico y en todo lo que vino. En la famosa Teletón eligen poner a un cantante de cumbias y obviar el recuerdo de las víctimas.

Dormía en mi casa. Mis hermanas estaban fuera y sufrí la terrible angustia de perderlas. No pasó nada de eso, pero el susto fue grande. No se compara en nada con lo que hemos conocido.

A esta misma hora, una semana atrás, un edificio nuevo estaba a punto de caer en Concepción, una mujer de Talcahuano no escapaba hacia los cerros porque le dijeron que no venía un maremoto, una familia se abrazaba muerta de miedo.

Una, dos, tres, todas las casas se caían en un pueblito olvidado en la costa. Y el mar se recoge y viene una ola, dos, tres. Pero la Presidenta decía que “no había alerta de tsunami”. Y la ola llegaba y cubría todo.

No hay luz, agua. Un país entero estaba lleno de miedo, de terror, de angustia. Un auto caía a un puente cortado de una carretera recién construida. Otro edificio se mueve, está a punto de caerse y hay que salir corriendo. Pero no se puede comunicar nada.  No hay sistemas de emergencia.

Un abuelito no pudo aguantar más,  soltó a su esposa y la llevó la fuerza del mar. Un bote llegaba hasta la plaza de un pueblo. Pero la Mandataria seguía entregando información errada.  Una bandera chilena se llenaba de barro y se rajaba.

Quiero dejar testimonio de la pena que siento por los que sufrieron de verdad esta terrible tragedia, por los que perdieron a su familia, su casa, todo. Todo en 2 minutos.

También manifiesto mi firme compromiso de no dejar que esto se olvide, nunca. Ahora comienza la reconstrucción, pero también el juicio a todos.

A los que construyeron mal por obtener más beneficios.

A los que actuaron negligentemente a la hora de la emergencia, que no previeron catástrofes, se ahorraron un par de millones, pero se aumentaron su dieta.

A los que dejaron el sistema de catástrofes dependiendo de un fax.

A los que nos vendieron la pomada que somos casi un país desarrollado.

A los que creen que se puede vivir en la Torre de Pisa.

A quienes buscarán sacar provecho político y económico de la catástrofe.

A los que dejarán pasar el tiempo esperando que cambie la pauta noticiosa para arremeter con sus intereses.

Termino estas líneas cerca de las 5 de la mañana. Sigue la fiesta en la TV.  A esta hora, una semana atrás, varios ya estaban muertos bajo los escombros o el agua, miles de casas destruidas, unos planeaban ir a robar a sus vecinos y recién sabíamos que había un maremoto. Pero ya no se podía hacer nada.

Nada como país sirvió. Que no se nos olvide. Que no se nos olvide nunca

Monday, February 15, 2010

Conflictos de interés: La viga en el ojo propio 

Aunque formalmente aún no lo sea, los conflictos de interés del flamante gabinete de Sebastián Piñera fue el primer blanco de ataque de la Concertación convertida en oposición.

Y apenas conocido los nombres, el actual oficialismo criticó duramente a varios de los nominados por pertenecer a directorios de empresas o tener acciones en otras. La llamada “incompatibilidad entre política y negocios”.

Y claro, al ver quiénes son y de dónde vienen despertó la inquietud sobre lo que los futuros secretario de estado harían en favor de las firmas a las que están ligadas. Pero en una clase política como la nuestra, donde varios contrincantes son parientes y otros son “amigos y rivales” de toda la vida, no suenan muy bien estas críticas.

No es que no existan. No es que el nuevo gabinete no debe resolver el tema antes de asumir, sino es que sabemos que desde el otro lado los conflictos de interés también abundan.

Varios ex ministros, parlamentarios y personeros integran o han integrado directorios de empresas. Otros se han transformado en asesores y hasta generan nuevas firmas ligadas a sus carteras, utilizando el conocimiento, influencia y contactos que lograron en su gestión previa.

Pero por estos casos, no se ve a los conspicuos dirigentes oficialistas rasgando vestiduras. No se ha condenado a quienes, terminado su período o desvinculado por mala gestión, se dedican a actividades relacionadas y utilizando su “información privilegiada” para asesorar a los mismos que hace poco tiempo controlaban.

¿Dónde trabajarán los actuales ministros luego del 11 de marzo? Probablemente varios asuman cargos en el sector privado.  ¿La Concertación criticará con la misma fuerza este fenómeno?,  difícil.

Así, la discusión por el llamado “conflicto de intereses” es más compleja de lo que son las declaraciones para la galería. Aparte de los éticos, hay claras deudas en el aspecto legislativo. No sólo regular los eventuales conflictos previos a asumir un cargo, sino también los posteriores y no sólo para los cargos de confianza presidencial, sino para varios otros en los que se maneja un alto nivel de información y contactos, como los parlamentarios.

Se debe generar un debate más profundo. La futura oposición, al menos, debiera hacerlo. Sobre todo para cumplir con su propósito de refrescarse y reencantar a sus electores, la primera lección luego de las elecciones recién pasadas.

Tuesday, January 12, 2010

No es lo mismo, pero es igual


Imagine que alguien tuvo la loca idea de dormirse dos años antes y se despierta hoy, justo en vísperas de la segunda vuelta presidencial.

Lo primero que vería sería a dos candidatos más que conocidos, uno que desde antes de dormirse ya hacía campaña y otro que fue presidente, pero que se le notaba a legua quería serlo de nuevo.  Para él, las cosas están claras: nuevamente se vota por los conocidos de siempre. La política sigue siendo ese lugar detestable,  donde se intercambian los puestos, los poderes se mantienen en Olimpo y pocas veces bajan a enterarse de las necesidades de los ciudadanos.

Entonces, si este personaje va a votar el domingo, lo más probable es que lo haga desganado, para evitar que no le pasen una multa – por eso que llaman “deber cívico” – y marque su opción más por inercia que por convicción.

Y lamentablemente, hay varios que piensan así. He conversado con mucha gente este tema: familiares, amigos, periodistas, analistas y hasta políticos. Todos reconocen que hay una deuda. Pasaron cuatro años y llegamos a los mismos rostros de siempre,  diciendo lo mismo de siempre.

Sin embargo, a este dormilón de dos años habrá que contarle algo. Que durante la campaña presidencial sí ocurrieron algunas cosas. Que además de los actuales candidatos aparecieron otros dos, uno que no tuvo mucha adhesión, pero que elevó el nivel del debate, y otro que marcó toda la primera vuelta presidencial y que por momentos mantuvo bajo cuerdas a los que ahora se miden en segunda vuelta. Que apareció una fuerza política nueva, que no tenía cómo llegar a La Moneda, pero que cristalizó muy bien el descontento de la gente y que generó en los ciudadanos un hambre de cambios difícil de contener.

Pero contarle eso quizás no sirva de mucho, porque la inmensa ola de cambios que busca la sociedad en  estos momentos no es representado por los candidatos. Sólo darse cuenta que este domingo las únicas opciones presidenciales son el mejor ejemplo de lo que la ciudadanía critica.  Ambos poderosos de siempre, de familias ligadas al poder, con claros méritos, pero al final “apitutados” en política y que pueden encarnar muchas cosas, pero no renovación.

La campaña de segunda vuelta sólo fue una patética cacería de votos de Marco Enríquez – Ominami. Uno que dijo escuchar realmente a las personas cambió las caras pero no los corazones de su candidatura,  renunciaron algunos presidentes de partidos, pero no los más emblemáticos. Y el otro, al verse cómodamente aventajado, prefirió no arriesgar tanto y sólo dar pequeños gestos para no quedarse fuera del debate.

Si el dormilón escucha todo esto irá sufragar con cierta decepción, pero al menos con una esperanza. Que esta será la última vez que votará por los de siempre. Que la gente ya no  comprará las cantinelas conocidas, que vienen cambios importantes, pero que saldrán desde abajo, desde los ciudadanos y la clase política deberá escucharlas para mantenerse.  Los de este domingo ya no lo hicieron.